Muchas veces, erróneamente, el común de la gente cree que la dicha esta en unos bolsillos llenos, que la felicidad o la suerte que le ha tocado en la vida esta ligada a bienes materiales o éxitos económicos.
No es de extrañar esta visión tan superficial de lo que significa ser afortunado en la vida, ya que el remolino de materialismo y banalidad con que se manejan los códigos actuales de la sociedad que nos toca, marcan específicamente esta tendencia en el pensamiento.
Pero, ser afortunado es otra cosa muy diferente.
Y se los contare con un ejemplo palpable para que entiendan lo que significa que la vida te premie y - parafraseando una publicidad – que muchas cosas no se compran con dinero.
Apenas pasado el umbral de los cuarenta años, creemos que casi nada se puede esperar ya de la vida, que muy poco queda por descubrir.
Seguramente, la sensación será de estar a medio camino, haber llegado a la cumbre y ahora comenzar un franco descenso por la ladera de la montaña de nuestra existencia, descansando la vida de tanto esfuerzo por remontar las alturas, dejándose llevar por el suave descenso que facilita el camino.
Pero ¿Qué sucede cuando la vida tiene preparado algo más?
¿Y lo que parecía un suave descenso, pasa a ser el principio nuevamente y descubrimos con sorpresa que aun tenemos camino por andar?
¿Vida por la que vivir?
Apenas pasado el umbral de mis cuarenta años, Luna reapareció en mi camino.
No es de extrañar esta visión tan superficial de lo que significa ser afortunado en la vida, ya que el remolino de materialismo y banalidad con que se manejan los códigos actuales de la sociedad que nos toca, marcan específicamente esta tendencia en el pensamiento.
Pero, ser afortunado es otra cosa muy diferente.
Y se los contare con un ejemplo palpable para que entiendan lo que significa que la vida te premie y - parafraseando una publicidad – que muchas cosas no se compran con dinero.
Apenas pasado el umbral de los cuarenta años, creemos que casi nada se puede esperar ya de la vida, que muy poco queda por descubrir.
Seguramente, la sensación será de estar a medio camino, haber llegado a la cumbre y ahora comenzar un franco descenso por la ladera de la montaña de nuestra existencia, descansando la vida de tanto esfuerzo por remontar las alturas, dejándose llevar por el suave descenso que facilita el camino.
Pero ¿Qué sucede cuando la vida tiene preparado algo más?
¿Y lo que parecía un suave descenso, pasa a ser el principio nuevamente y descubrimos con sorpresa que aun tenemos camino por andar?
¿Vida por la que vivir?
Apenas pasado el umbral de mis cuarenta años, Luna reapareció en mi camino.
Y lo que parecía el reencuentro de dos viejos amigos con poco pasado en común, resulto ser la historia de amor más bella jamás vivida por una mujer y un hombre.
A esta altura de nuestro vivir, ambos teníamos un pasado, una historia.
Luna es madre, al igual que yo soy padre.
Lamentamos muchas veces que nuestros caminos se hayan cruzado con un importante tramo recorrido, pero asumimos la condición del destino.
Una de las cosas que siempre lamente, es no haber sido su primer hombre.
Si ya encontrar a Luna me hacia sentir afortunado, sentir su amor me da la sensación de que por fin mi vida tiene sentido y podía superar el no haber sido quien la acompaño en sus primeros pasos como mujer, aun este ángel que me acompaña en el día a día, tenia algo mas para sorprenderme y hacerme morir de amor.
Luna – me confeso - aun tiene sentimientos de mujer que jamás ha explorado.
Y quiere hacerlo conmigo.
Lo que me convierte en su primer hombre en muchas nuevas vivencias.
Así es que aun, pasado el umbral de las cuatro décadas, aun puedo acompañar a mi mujer, guiarla, contenerla y darle alas en muchas emociones.
Me llena de regocijo.
A esta altura de nuestro vivir, ambos teníamos un pasado, una historia.
Luna es madre, al igual que yo soy padre.
Lamentamos muchas veces que nuestros caminos se hayan cruzado con un importante tramo recorrido, pero asumimos la condición del destino.
Una de las cosas que siempre lamente, es no haber sido su primer hombre.
Si ya encontrar a Luna me hacia sentir afortunado, sentir su amor me da la sensación de que por fin mi vida tiene sentido y podía superar el no haber sido quien la acompaño en sus primeros pasos como mujer, aun este ángel que me acompaña en el día a día, tenia algo mas para sorprenderme y hacerme morir de amor.
Luna – me confeso - aun tiene sentimientos de mujer que jamás ha explorado.
Y quiere hacerlo conmigo.
Lo que me convierte en su primer hombre en muchas nuevas vivencias.
Así es que aun, pasado el umbral de las cuatro décadas, aun puedo acompañar a mi mujer, guiarla, contenerla y darle alas en muchas emociones.
Me llena de regocijo.
Me siento muy afortunado.
Amo a este ángel de amor llamado Luna que se poso en mi vida para siempre.
Amo a este ángel de amor llamado Luna que se poso en mi vida para siempre.
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