lunes, 14 de diciembre de 2009

Diario del hombre que espera en la orilla: Día 2

Volvimos a hablar con Luna.
Ella amaneció temprano y camino hacia el mar.
Mirando el paisaje que más me gusta, que mas añoro, me hablo de amor, con las olas rompiendo contra las rocas como suave música de fondo.
Recordamos las emociones vividas la ultima noche de amor, acariciamos las huellas que en nuestras almas dejaron y - mujer mágica, compañera ideal – espontáneamente se anticipo a mis miedos e inseguridades que sutilmente deje asomar... intencionalmente.
Nuestros caminos – esta es nuestra historia - se cruzaron nuevamente luego de abandonar la escuela secundaria. Al reencontrarnos hace casi nueve meses atrás, surgió sin proponerlo un amor único y maravilloso.
Con Luna nos amamos con desesperación, pasión, eternamente y para siempre.
Pero en estos años transcurridos entre la escuela y el hoy, cada uno formo su nido.
Estamos viviendo una historia maravillosa, pero que solo nosotros sabemos existe, y así deseamos que sea.
Es por eso que surgen mis temores.
Es la primera vez que Luna esta tan lejos de mí.
Y que comparte días completos no conmigo precisamente.
Luna no solo lo había pensado, anticipándose a mis inseguridades y temores, sino que descubrió que esas sensaciones estarían también en su corazoncito cuando sea yo quien viaje.
Yo no le he pedido nada, de hecho jamás lo hago. Y menos aun cuando se trata de algo que esta fuera de nuestro amor.
Nada le he pedido… solo que no me olvide en estos días.
Sus palabras son un bálsamo que cura mis ansiedades.
Su calidez y certeza en su sentir, es lo que desaparece mis temores.
Luna me ama. Este donde este, con quien este, sigo siendo su pensamiento recurrente.
Y le creo sin dudar.
La he visto a los ojos cuando me lo ha dicho en otra oportunidad, y se que algo tan bello como su mirada, dice la verdad absoluta.
Ayer, Día 1, nos hemos hecho el espacio necesario para hablar.
Explicar lo que se siente cuando un corazón naufraga en la desesperación, y en medio del mar, flotando a la deriva, llega al alma ese madero salvador al que este naufrago se aferra - en este caso la voz mas dulce que un hombre pueda oír - solo viviendo la experiencia se puede tener una idea de lo que significa.
Te amo Luna.

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