Las dos almas se unieron en el amor, dando espacio también al primitivo ritual de la creación.
Se elevaron hacia el cielo en un remolino eterno mientras sus cuerpos temblorosos hacían de ancla en la tierra para sus espíritus que flotaban a la deriva. Los dos últimos ejemplares de una raza a punto de extinguirse, unieron todos y cada uno de sus sentidos en un plano donde el pecado y la condena no tienen cabida y el vértigo desorienta la razón.
La piel se eriza, el corazón se acelera y los ojos se entrecierran mientras cielo e infierno se funden en una sola sensación.
No existen verdades o mentiras, bondad o maldad. Solo es valido lo que la pasión dicta y lo demás no cuenta.
Dalila despertó sola.
Aun con vestigios de pasión en su piel y en sus sentidos, se acerco a la ventana. Aparto unos centímetros la cortina y observo como todas las noches, el cielo azul coronado con una luna redonda y color plata.
Poco a poco, esa alfombra negra salpicada por cientos de perlas plateadas se transformaría en amanecer.
Lo lamento.
Darek, su hombre, se sentó lentamente en la hierba, con una amarga mezcla de resignación y paciencia. Se quito todas las prendas hasta quedar totalmente desnudo, y espero.
Espero.
Observo sus manos y sintió los primeros cambios. Un espasmo helado recorrió su espalda.
Sus dedos, excepto el pulgar, aumentaban de longitud hasta casi duplicar su largo. Sus uñas comenzaron a crecer fuertes y curvas.
Observo su pecho y lo vio desaparecer lentamente en una metamorfosis natural. Su columna vertebral comenzó a estirarse y lo obligo hacer una extraña contorsión hasta quedar apoyado sobre sus manos y rodillas. Su tórax se agrando. Su cintura se afino.
Sus piernas se acortaron y fortalecieron a la altura de los muslos.
Sus pantorrillas se estiraron.
Lo mismo que con los dedos de sus manos, ocurrió con los dedos de sus pies.
Su cuerpo comenzó a cubrirse de un bello grisáceo, casi plateado a la luz de la luna.
Su cuerpo comenzó a cubrirse de un bello grisáceo, casi plateado a la luz de la luna.
Sintió dolor. Mucho dolor. Pero no grito ni una sola vez.
Su rostro fue lo ultimo en cambiar. Su nariz se transformo en un hocico de fosas negras y húmedas, sostenido por unas mandíbulas que se adelantaron un palmo de su rostro.
Su rostro fue lo ultimo en cambiar. Su nariz se transformo en un hocico de fosas negras y húmedas, sostenido por unas mandíbulas que se adelantaron un palmo de su rostro.
Su boca estaba desbordante de filosos dientes y colmillos Sus orejas se estiraron hacia arriba, hasta casi terminar en punta.
Sus ojos se rasgaron. Sus pómulos se hincharon.
Desde el final de su espalda, un apéndice comenzaba a crecer.
El bello grisáceo, casi plateado a la luz de la luna, cubría ya todo su cuerpo.
Por unos minutos, todo fue silencio y quietud en el valle.
El bello grisáceo, casi plateado a la luz de la luna, cubría ya todo su cuerpo.
Por unos minutos, todo fue silencio y quietud en el valle.
Darek quiso hablar, pero un gruñido opaco abandono su garganta.
Corrió mucho, tanto que comenzó a jadear con su lengua colgando desde su boca. Continuo su corrida hasta el río. Resultaba intimidante verlo en la punta de la roca mas alta de la catarata, aullando amargamente a la luna mientras su aliento se transformaba en densas nubecillas de vapor.
A lo lejos, desde el pueblo, se escucharon los tristes aullidos.
No provocaron malestar en los pobladores, sino silencio. Un respetuoso silencio. Por unos instantes los habitantes se detuvieron, quedaron como congelados en el tiempo, con la vista clavada en el bosque mientras los aullidos se apagaron poco a poco.
Abrigada bajo unas mantas, Dalila aparto la cortina y observo el bosque a través de la ventana. Lamento amargamente la maldición de Darek, que lo condenaba a algo más que una metamorfosis en las noches de luna llena.
Los condena a ambos a la soledad.
Darek. El hombre se había transformado en lobo.
El Lobo – Hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario