viernes, 31 de julio de 2009


En mi cielo al crepúsculo
eres como una nube
y tu color y forma
son como yo los quiero.
Eres mía, eres mía,
mujer de labios dulces,
y viven en tu vida
mis infinitos sueños.
La lámpara de mi alma
te sonrosa los pies,
el agrio vino mío
es más dulce en tus labios
oh segadora de mi canción de atardecer,
cómo te sienten mía mis sueños solitarios!
Eres mía, eres mía,
voy gritando en la brisa de la tarde,
y el viento arrastra mi voz viuda.
Cazadora del fondo de mis ojos,
tu robo estanca como el agua
tu mirada nocturna.
En la red de mi música
estás presa, amor mío,
y mis redes de música
son anchas como el cielo.
Mi alma nace a la orilla de tus ojos de luto.
En tus ojos de luto
comienza el país del sueño.

Pablo Neruda

Estigmas

Los estigmas (del latin stigma) son señales o marcas que aparecen en el cuerpo de algunas personas, casi siempre devotas cristianas.
Estas heridas son similares a las heridas infligidas sobre Jesús durante su crucifixión según la iconografía cristiana tradicional. Así, muchos estigmatizados por ejemplo suelen tener marcas en la sien similares a la corona de espinas con que Jesús de Nazareth fue torturado o heridas sangrantes en las palmas de las manos, donde se clavaban los clavos a los crucificados.

Luna ha dejado estigmas en mí.
Sobre mi piel.
En mis labios cuando la bese.
En mis cuerpo cuando me acaricio.
En mis manos, al sentir las suyas.
No son estigmas tan dramáticas como las mencionadas al principio, pero si son profundas. Y en cierta medida, dolorosas. En su ausencia. Duele no sentir el dulce proceso de su entrega haciendo estigmas en mí.

Mientras tanto, la vida sigue.
Esperando.
Mi almanaque existencial se basa en nuestros encuentros. Contando los días, horas, minutos que restan para un cruce de nuestros caminos.
Para luego, vivir el inevitable proceso de una pasiva angustia de rememorar el momento en que nuestras almas se unieron. Una pasiva angustia que solamente se cura cuando otro encuentro aparece en nuestro futuro.
Para volver a contar los días, horas, minutos que restan.
Y así, por le resto de nuestras vidas.
Algunos se preguntaran si esto es vida. Y yo afirmo que si, lo es. Es la vida que elegimos. La apuesta que el destino nos impuso era vivir felices de a momentos o nada.
Sin dudar, apostamos a la vida.
En cualquiera de sus formas.
Porque lo dije y lo repito: Sin luna, la vida no es vida. Solo es existencia. Y existir, no es vivir.
Quizás solo entiendan esta postura cuando unos ojos color miel brillen bajo un sol, mientras unos labios de ensueño sonríen, felices por un reencuentro.
Solo al ser destinatario de tan magnifica expresión de belleza y amor, entenderán que digo.
Y sentirán que aunque sean breves momentos de felicidad de una larga y tediosa vida, bien valen la pena. Justifican una vida.
Mientras tanto, aquí estoy con mis estigmas, contando los días, horas, minutos…

lunes, 27 de julio de 2009

Las palabras del Amor

“Como si se pudiese elegir el amor... como si no fuera un rayo que te rompe los huesos y te deja estaqueado en el medio del patio."
Julio Cortázar.


Me quedo con una parte especial de lo dicho por Cortazar: "Como si se pudiese elegir el amor...”.

El amor es atrevido, irrespetuoso, y hasta a veces cruel.
Se mete en nosotros sin pedir permiso y se apodera de su victima de una forma déspota.
A partir de ahí, pasa a tomar posesión de todos nuestros actos.
Nos atenaza el alma. Nos angustia a veces…

Pero todo sufrimiento lo vale sobradamente cuando tenemos frente a nosotros el motivo por el cual ese amor nos esclavizo.

Quizás es una visión negativa de un sentimiento tan único, pero si no tuviéramos que pelearle a la vida no tendría sabor.
Existiríamos en lugar de vivir.
Y para vivir, a veces es necesario morir.

¿Que sería de la vida sin esa bendita palabra?
Es el punto de partida de nuestra existencia....y el de llegada también.
¿Quien tiene la receta del amor?
¿Quien puede medirlo y mesurarlo para que no nos lastime?

No sería amor.

Es como cuando abrimos un regalo, y no sabemos cuan felices nos hará. El dolor está incluido en él... y está en nosotros transformarlo.

sábado, 18 de julio de 2009

Lobo hombre

Las dos almas se unieron en el amor, dando espacio también al primitivo ritual de la creación.
Se elevaron hacia el cielo en un remolino eterno mientras sus cuerpos temblorosos hacían de ancla en la tierra para sus espíritus que flotaban a la deriva. Los dos últimos ejemplares de una raza a punto de extinguirse, unieron todos y cada uno de sus sentidos en un plano donde el pecado y la condena no tienen cabida y el vértigo desorienta la razón.
La piel se eriza, el corazón se acelera y los ojos se entrecierran mientras cielo e infierno se funden en una sola sensación.
No existen verdades o mentiras, bondad o maldad. Solo es valido lo que la pasión dicta y lo demás no cuenta.

Dalila despertó sola.
Aun con vestigios de pasión en su piel y en sus sentidos, se acerco a la ventana. Aparto unos centímetros la cortina y observo como todas las noches, el cielo azul coronado con una luna redonda y color plata.
Poco a poco, esa alfombra negra salpicada por cientos de perlas plateadas se transformaría en amanecer.
Lo lamento.

Darek, su hombre, se sentó lentamente en la hierba, con una amarga mezcla de resignación y paciencia. Se quito todas las prendas hasta quedar totalmente desnudo, y espero.
Espero.

Observo sus manos y sintió los primeros cambios. Un espasmo helado recorrió su espalda.
Sus dedos, excepto el pulgar, aumentaban de longitud hasta casi duplicar su largo. Sus uñas comenzaron a crecer fuertes y curvas.
Observo su pecho y lo vio desaparecer lentamente en una metamorfosis natural. Su columna vertebral comenzó a estirarse y lo obligo hacer una extraña contorsión hasta quedar apoyado sobre sus manos y rodillas. Su tórax se agrando. Su cintura se afino.
Sus piernas se acortaron y fortalecieron a la altura de los muslos.
Sus pantorrillas se estiraron.
Lo mismo que con los dedos de sus manos, ocurrió con los dedos de sus pies.
Su cuerpo comenzó a cubrirse de un bello grisáceo, casi plateado a la luz de la luna.
Sintió dolor. Mucho dolor. Pero no grito ni una sola vez.
Su rostro fue lo ultimo en cambiar. Su nariz se transformo en un hocico de fosas negras y húmedas, sostenido por unas mandíbulas que se adelantaron un palmo de su rostro.
Su boca estaba desbordante de filosos dientes y colmillos Sus orejas se estiraron hacia arriba, hasta casi terminar en punta.
Sus ojos se rasgaron. Sus pómulos se hincharon.
Desde el final de su espalda, un apéndice comenzaba a crecer.
El bello grisáceo, casi plateado a la luz de la luna, cubría ya todo su cuerpo.
Por unos minutos, todo fue silencio y quietud en el valle.
Darek quiso hablar, pero un gruñido opaco abandono su garganta.

Corrió mucho, tanto que comenzó a jadear con su lengua colgando desde su boca. Continuo su corrida hasta el río. Resultaba intimidante verlo en la punta de la roca mas alta de la catarata, aullando amargamente a la luna mientras su aliento se transformaba en densas nubecillas de vapor.

A lo lejos, desde el pueblo, se escucharon los tristes aullidos.
No provocaron malestar en los pobladores, sino silencio. Un respetuoso silencio. Por unos instantes los habitantes se detuvieron, quedaron como congelados en el tiempo, con la vista clavada en el bosque mientras los aullidos se apagaron poco a poco.

Abrigada bajo unas mantas, Dalila aparto la cortina y observo el bosque a través de la ventana. Lamento amargamente la maldición de Darek, que lo condenaba a algo más que una metamorfosis en las noches de luna llena.
Los condena a ambos a la soledad.

Darek. El hombre se había transformado en lobo.
El Lobo – Hombre.

viernes, 17 de julio de 2009

Mi ultimo dia frente al mar

Me imagino sentado en la arena, observando mi perfecto mar.
Meditando que hoy es mi último día como individuo.
No, no enfrento una pena capital ni cambiare el plano de mi existencia.
Mañana, por propia voluntad, me entregare a Luna en cuerpo y alma jurándole mi amor, y ambos mutaremos a un solo ser.
Por ello les decía: hoy es mi último día como individuo.
Y en estas circunstancias, estoy feliz por ello.

Sigo observando mi imaginario y perfecto mar esperando terminar mi último día como individuo, para mañana sentarme en esta misma arena pero ya con Luna a mi lado y abrazados en un vértigo de amor eterno.
La arena estará fría bajo nuestros pies descalzos.
El agua cada tanto, nos acariciara los tobillos en su eterno ir y venir.
Su cabeza estará recostada en mi pecho, con sus ojos de miel mirando el horizonte de este mar imaginario y perfecto que invente para nosotros.
La vida es hermosa.

jueves, 16 de julio de 2009

Tomemonos un segundo y hablemos...

Son momentos muy importantes en la relación que estamos viviendo con Luna.
Tanto que hoy me voy a permitir reflexionar sobre un tema en particular, sabiendo que ella leerá este mensaje y creo, servirá para que sienta mi amor y contención.

Posiblemente, con Luna tendremos un primer encuentro piel a piel.
No se si serán unos mimos, unas caricias o terminaremos haciendo el amor.
Pero lo que vayamos a hacer, no es el motivo de mi reflexión. El motivo de mi reflexión son los momentos antes de que decidamos entregarnos o no.

Siempre, mi amada Luna, tienes la libertad tanto para un si como para un no.
Quizás dentro tuyo hay tanto deseo como algún tabú a vencer.
Y si llegado el momento de entregarnos, decides por el no, hay algo que debes saber.

Jamás tendré dudas acerca de lo que sientes por mí. Si decides por el no, sabré entender que no significa que no me ames o algo relativo a nuestros sentimientos.
Que tu no pasaría por otro asunto tuyo, muy intimo y muy personal, algo que solo tu sabrás resolver y que siempre estare cerca de ti para acompañarte en lo que necesites.
Se que me amas y me deseas. Pero también se que ciertas aristas de nuestro amor son para ti algo muy difícil de llevar. Y aquí estoy, para alivianar tu carga en lo que mas pueda.

Quería que lo supieras, nada más.
Eres libre amor.
Así te amo.

lunes, 13 de julio de 2009

El Anillo

Durante mucho tiempo construí una coraza a mi alrededor, ocultando mi verdadero yo y creando una imagen hosca, intimidante, lejana, evasiva, opuesta a mi verdadera esencia.
Creí que esa coraza seria mi mejor protección para una sensibilidad propia que creía el mundo jamás entendería.

Claro que Luna llego a mi vida y me demostró lo contrario.
Con su amor y calidez, que quita la espada de la mano del más bravo, esa coraza poco a poco fue desarmándose, desguazándose, dejándome ver nuevamente el horizonte hermoso y prometedor que había quedado oculto detrás de esa muralla que yo mismo construí.

En honor a Luna y su sensibilidad, por ayudarme a aceptarme como soy sin necesidad de reprocharme o evaluarme, el anillo que colocare en su dedo cuando en unos días le jure amor eterno, estará fundido con el metal de la vieja y ya inútil coraza que ella y su amor, me llevaron a desguazar voluntariamente.


Luna, prometo amarte, cuidarte, protegerte, hasta mi ultimo aliento de vida y mas allá de la muerte. Por toda la eternidad.


El muelle, lugar elegido para sellar nuestro amor, nos espera…

lunes, 6 de julio de 2009

Las oscuras bestias de la duda

Los dos jinetes estaban en lo alto de la colina.
Sus armaduras brillaban en destellos naranja fuego ante el sol del amanecer, en medio de una espesa bruma blanca que comenzaba a descender.
El, alto y poderoso, miro el horizonte donde como bárbaros salvajes, las bestias de la duda, se amontonaban en forma amenazante.


“Son muchas” dijo El.
“Somos nosotros dos” respondió Ella sin desviar la vista del horizonte.
El la miro sorprendido por su respuesta espontánea. Aunque en realidad no le debía cuasar sorpresa. En su corazón volvió a sentir como tantas veces, orgullo por esa mujer que estaba a a su lado. A pesar de su menudo cuerpo, tenia mucho mas coraje y vitalidad que muchos gigantes que había conocido.


Las bestias de la duda, que devoraban almas y se alimentaban matando sueños, esta vez venían por un delicioso y dulce plato para sus sucios paladares: el amor de ambos guerreros.
Las bestias lo habían olfateado de lejos. Es un amor puro, verdadero, dulce, el último que existe sobre el planeta. Y era un manjar muy tentador para estas oscuras criaturas. Deseosas estaban de poder hincarle el diente para terminar con ese sagrado sentimiento y así saciar su apetito de mezquina existencia con una delicia tan única como irrepetible.


“Hagámoslo” dijo El.
“Hagámoslo” le respondió Ella.


Sin mediar palabra, ambos arrimaron sus monturas. El robusto corcel negro de El se arrimo toscamente a la hermosa yegua blanca que montaba Ella.
Estirando apenas sus cuerpos, no sin dificultad por el peso de sus armaduras plateadas, Ella y El, El y Ella se besaron. Afortunadamente no era un beso de despedida. Era un beso pasional de amor y confianza.
Desenfundaron sus espadas y bajaron el frontal de sus yelmos.
Se observaron de nuevo.
El vio a través de las hendijas del yelmo, una vaga sombra de los ojos color miel que tanto le fascinaban.
Talonearon fuerte sus monturas y espadas en mano, enfilaron raudos, salvajes, decididos, hacia las bestias que amenazaban su amor…


Nunca sabremos como termino esta batalla.
Pero si serán recordados porque lo intentaron.
Cuando muchos se dejan abrumar por las dudas y sus bestiales emisarios oscuros que marchitan la flor más bella del amor, ellos pelearon por defenderlo.
Y por eso serán recordados.
Estén donde estén, seguramente serán felices acunados en su mutuo sentimiento de deseo y amor.