El viento soplaba frió esa noche, agitando el río de un modo amenazante. Dentro del auto, el silencio era casi total.
“Dios…” Me dije a mi mismo, sorprendido por mi condición casi atea y con la contradicción de invocar al Supremo.
Mis labios llegaron por primera vez a los de Luna como un ave que contrae sus magnificas alas al posarse en su nido.
Sabia que estaba perdido, aunque no senti resignación. Todo lo contrario.
Sabia que amaba a Luna como jamás un hombre había amado a una mujer, pero probar la miel de sus labios me oprimo el pecho y termino de demoler mis defensas de macho dominante.
Ya nada me importaba.
Decidí entregarme por completo al momento, en cuerpo y alma, dejándome caer en un espiral sin fin de vértigo y desorientación.
Perdon, permítanme presentarnos: Luna es el nombre de la mujer que amo de un modo inexplicable. Yo soy la otra luna…
“Dios…” Me dije a mi mismo, sorprendido por mi condición casi atea y con la contradicción de invocar al Supremo.
Mis labios llegaron por primera vez a los de Luna como un ave que contrae sus magnificas alas al posarse en su nido.
Sabia que estaba perdido, aunque no senti resignación. Todo lo contrario.
Sabia que amaba a Luna como jamás un hombre había amado a una mujer, pero probar la miel de sus labios me oprimo el pecho y termino de demoler mis defensas de macho dominante.
Ya nada me importaba.
Decidí entregarme por completo al momento, en cuerpo y alma, dejándome caer en un espiral sin fin de vértigo y desorientación.
Perdon, permítanme presentarnos: Luna es el nombre de la mujer que amo de un modo inexplicable. Yo soy la otra luna…
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