miércoles, 27 de mayo de 2009

Porque es mas lo que te amo

Luna y yo tenemos nuestros nidos.
Esto nos restringe en muchos aspectos, pero para el observador de fina mirada, lejos de lo superficial, la situación no se limita solamente a discreciones forzadas o cruces furtivos.
Hay otras sensaciones que cuentan, y quizás merecen más atención aun.
Luna es una mujer hermosa. Su belleza física es una invitación a perderse en los placeres prohibidos. El descubrir su lenguaje corporal me ha cautivado.
Es inconscientemente atractiva.
Como hombre, asumo que la deseo desde el día que la vi nuevamente después de veinticuatro años. Hemos tenido algo de piel en cuanto a caricias y besos. A veces de amor, a veces pasionales.
Pero Luna necesita madurar aun más su libertad, su nuevo presente, para dar el paso que sigue: la entrega total.
Si es que realmente desea darlo algún día.
Supongo que a pesar del amor que sentimos, Luna aun tiene ciertos tabúes que romper o simplemente, respetar ciertos codigos de su sentir íntimo.
Trato por medio de mi contención y amor infinito hacia ella, hacerle sentir que no esta en deuda conmigo, o con la relación, pero por sobre todo, que la unión de nuestros cuerpos no es el fin de todo esto. A lo sumo, será una vía de comunicación más profunda y una muestra de amor cabal.
Pero es solo una parte del todo que estamos viviendo.
Creo me entiende, pero uno nunca sabrá realmente que sucede dentro de la cabecita de una mujer enamorada.
Luna, somos personas adultas viviendo algo único, exclusivo, diferente.
Te deseo mujer, lo sabes, pero es más lo que te amo.
Dame por favor tu amor, en la forma que creas puedes hacerlo o como sientas que es lo mejor para ti.
Yo lo recibiré como lo que es: lo más preciado que tú puedes darme... a tu manera.
A alguno le parecerá extraño esta visión tan particular del tema, pero dadas las circunstancias, no me importa que lo entiendan o no.
Solo con que Luna y yo lo entendamos, me es suficiente.

jueves, 21 de mayo de 2009

Enemistado con Dios

Luna es muy creyente, y es una de las pocas cosas que no tenemos en común.
Yo soy de una tendencia religiosa indiferente y hasta podría decirse que juego inconscientemente con el ateismo. Pero a pesar de ello, sin proponérselo, Luna me esta amigando con Dios. Yo acepto su mediación, y de hecho, si me reconcilia me sentiría incuso mejor. Es demasiado poderoso para estar enemistado con el.
Pero así y todo, antes de reestablecer mis relaciones celestiales, quisiera tener una charla con Dios, necesito respuestas o que me justifique ciertas decisiones que ha tomado sobre Luna y sobre mi, pues algunas situaciones que ha escrito para nosotros en el libro de nuestras vidas, parecieran cínicos juegos del destino.
Y se que el destino esta en manos de Dios.

Luna y yo hemos sentido al mismo tiempo, pero sin saberlo, las misma necesidad de vivir nuestras fantasías románticas, de amar en nuestra adolescencia menguante. Pero no estábamos conectados, lo que nos llevo desconocer que alguien más pensaba de igual modo, y creer que nuestras ambiciones eran puramente utópicas o meros pensamientos de soñadores sin cura.
Por ello desearía que Dios, que maneja los destinos de cada alma, me diga por que no conecto nuestras necesidades para transformar nuestras carencias en un encuentro del que surgiese un todo.

Hoy, tantos años después, nuestros caminos se cruzan nuevamente, pero además de los años vividos, cada uno ha formado su nido.
Estamos viviendo una historia maravillosa, pero que solo nosotros sabemos existe, y así deseamos que sea.
Por ello desearía que Dios, que maneja los destinos de cada alma, me diga por que nos conecto ahora y no antes.
Hubiera hecho de Luna la mujer más feliz de la existencia. Hubiéramos engendrado vida en su vientre en un acto de amor infinito y así, perduraríamos más allá del tiempo. Tendría la certeza de que su rostro, quizás marchito pero siempre hermoso, seria lo ultimo que viesen mis ojos antes de morir en sus brazos.

Por eso me enfado y pregunto si esto es una burla del destino, un juego cínico de Dios, o que. Por que se me revela el amor verdadero y soñado cuando es tan difícil de vivir.
Nunca tendré las respuestas.
Y eso perjudica y entorpece la búsqueda de la paz con mi alma y con Dios...

Pero observar a Luna, quita la espada de la mano y la ira del corazón.
He dejado de preguntarme por que Dios me ha dado a Luna en estas condiciones tan difíciles para amar.
El amor de Luna me hace sentir afortunado por tenerla en mi vida y en mi corazón, aunque sea en estas condiciones tan poco propicias.

Luna, te amo.
Ya nada le reprocho a Dios.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Lo confieso: Te amo

Una noche, tarde, un mensaje llego a mi celular. Era de Luna.
Desbordaba de alegría, feliz por el reencuentro con sus viejos compañeros egresados… Incluyéndome! Algo que no entendía bien pues éramos casi extraños. No teníamos vivencias en común, por que iba a recordarme? O lo que es más inexplicable, alegrarse de mi aparición repentina?
Insisto, no supe entender bien el por que de ese mensaje, pero algo me llevo a responderlo la mañana siguiente.
Comenzamos así a contactarnos fluidamente por chat.


Cierta vez, como un latigazo, llego a mí desde el fondo de mi mente, un recuerdo de Luna. Ella estaba de pie, con su guardapolvo blanco inmaculado, en la puerta del aula. Su flequillo castaño brillaba bajo el sol de un recreo de invierno. Recuerdo haber pasado cerca justo cuando ella alzo la vista. Recuerdo perfectamente sus ojos color miel brillar bajo los rayos calidos de ese sol.
Nada más pude hallar de ella en mis recuerdos.

El chat era nuestro lugar de encuentro cada mañana.

Los temas iban cambiando de banales a profundos, con una lentitud que hablaban de una apertura emocional serena pero firme.
Intercambiamos música, sensaciones, emociones, pero lo que mas me sorprendió a mi mismo fue abrirle la puerta a uno de mis lugares íntimos que con más celo guardaba: Mis relatos escritos.

De pronto, sin siquiera esperarlo, las imágenes comenzaron a ser confusas en mí. Esa compañera casi extraña, de quien no tenía un recuerdo en común del que aferrarme, se estaba metiendo muy dentro de mí sin pedir permiso. Su dulzura, sus pensamientos románticos, su amor por los demás, sus palabras justas en el momento exacto, comenzaron a apoderarse de mí.
Luna comenzó a ser mi último pensamiento al dormir y la primer imagen que ansiaba ver al despertar.
Me estaba enamorando de ella.
Sin siquiera haberla visto nuevamente. Sin siquiera haber tocado sus manos.
¿Acaso ella me estaba enviando señales que yo comenzaba a interpretar? Aun suponiendo esto, temía errar de forma grotesca al equivocar sus intenciones y provocar un momento ingrato. ¿O quizás mis dudas me cegaban ante algo obvio?
Mantuve una actitud de sutil indiferencia, que cada día me costaba mas interpretar.
Cierto día – glorioso día – decidimos hablar por teléfono y escuchar nuestras voces.
Ese día – glorioso día insisto – nos confesamos mutuamente estar enamorados el uno del otro.
Y seria para siempre.


martes, 19 de mayo de 2009

El pasado, mi mejor presente

Nunca le había encontrado el verdadero sentido a las redes sociales de Internet.
De hecho, me había integrado a ella solamente por insistencia de mis amigos modernos, pues aseguraban que así estariamos mejor comunicados.

En cierta oportunidad, en una tarde de ocio y aburrimiento, se me ocurrió buscar a un amigo con el que había egresado de la escuela secundaria, y al hallarlo, empecé a encontrarle cierto sentido a esto de las redes sociales y el universo virtual. Quizás después de todo, no estaban tan equivocados los modernos.
El tema es que nos fuimos multiplicando. Este amigo encontrado mantenía contacto con algunos pocos. Esos pocos con otros pocos, y así sucesivamente hasta enlazar una buena cantidad de egresados de aquel lejano 1985.
Coincidía todo esto con que vivía mis 41 años con un presente que no era el que esperaba. Mi vida tenía una inercia absoluta de la que no conseguía salir.
Cada tanto, soltaba amarras de mi presente imperfecto cuando dejaba volar mi mente ilustrando o escribiendo, aunque esto último me era cada vez más difícil. Particularmente no puedo escribir sin alguien que me lleve a decidir plasmar una emoción sobre el papel. Alguien por quien hacerlo. Una musa.
Una de mis amigas que volví a hallar en este reencuentro con mí pasado de estudiante, me pasó el número de celular y dirección de mail de una compañera, Luna, a quien recordaba en forma fragmentada. Jamás nos habíamos relacionado más allá de una sana convivencia de adolescentes que compartían casi cinco horas al día en un colegio. La recordaba, pero no tenía ninguna vivencia en común con ella.

Con una indiferencia disimulada, y por no despreciar a mi amiga, tome y anote ese celular y el mail.

Luna era la última persona de quien hubiese imaginado enamorarme perdidamente. Ni siquiera imaginaba que de su mano, estaba a punto de emerger de mis cenizas como un Ave Fénix. Seria para mi, un renacer en todo aspecto. Ella, sin proponérselo, a esta altura de mi vida me desvirgaría en el misterio de amar como si no hubiese un mañana.
Sin que lo sepamos, Luna comenzaba a rescribir la historia de mi vida.

Ojala yo tambien pueda reescribir algo en la suya.

lunes, 18 de mayo de 2009

Perderse en la Luna

El viento soplaba frió esa noche, agitando el río de un modo amenazante. Dentro del auto, el silencio era casi total.
“Dios…” Me dije a mi mismo, sorprendido por mi condición casi atea y con la contradicción de invocar al Supremo.
Mis labios llegaron por primera vez a los de Luna como un ave que contrae sus magnificas alas al posarse en su nido.
Sabia que estaba perdido, aunque no senti resignación. Todo lo contrario.

Sabia que amaba a Luna como jamás un hombre había amado a una mujer, pero probar la miel de sus labios me oprimo el pecho y termino de demoler mis defensas de macho dominante.
Ya nada me importaba.
Decidí entregarme por completo al momento, en cuerpo y alma, dejándome caer en un espiral sin fin de vértigo y desorientación.

Perdon, permítanme presentarnos: Luna es el nombre de la mujer que amo de un modo inexplicable. Yo soy la otra luna…