domingo, 11 de julio de 2010

Adios, amiga Soledad

Hoy, domingo gris y frío, amanecí solo.
Me vestí, encendí la estufa, tan necesaria en un día como hoy, y fui a la cocina a prepararme el desayuno.
Una taza de café con leche y una barra de cereal serian el inicio de mi día.
Me senté en la computadora con la tranquilidad de quien sabe no será molestado o interrumpido y ahí me di cuenta de algo.
Algo hizo “clic” en mi cabeza.
Tenía ante mi algo y no me había dado cuenta.
Ese algo era un cambio en mi disfrute de momentos como este.
En otros momentos de mi vida, disfrutaba mucho la soledad.
Buscaba la soledad para tener mi espacio libre de contaminación y poder soñar, escribir, dibujar, leer…
La soledad era mi refugio.
Hoy no lo es.
No me gusta la soledad.
Deseo estar con Luna, y que ningún momento de mi vida quede hueco de su compañía.
Desearía ahora, en este instante que ella me interrumpiera.
Con su voz preguntándome si estoy a gusto.
Con una caricia al pasar.
Con una propuesta inesperada de buen sexo.
Mi vida ya no es lo que era. Lo asumo. Y asumo mi dependencia a Luna.
Ya no quiero estar nunca más solo, y Luna me va a ayudar en ello.
Y a cambio, como retribución a su empeño, la interrumpiré cada vez que pueda.
Se que le gusta, pero me esforzare en ser muy molesto, no dejándola un minuto sin que note que estaré a su alrededor.
La soledad era mi refugio.
Hoy no lo es.
Luna esta en todo momento en mi, afortunadamente interrumpiéndome cuando me pongo a pensar en la soledad.

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