lunes, 24 de agosto de 2009

Un nuevo modo de conjugar un verbo

“Cuidame”.
Me dijo Luna con la voz temblorosa, angustiada.
En ese instante, cien luces rojas de alarma se encendieron en mi cabeza. ¿Acaso había cometido algún error, alguna ausencia, que generaba esta advertencia de Luna?
Hablamos pausadamente. Tratando de develar el por que, pues ni siquiera ella sabia bien el motivo por el que necesito pedirme angustiosamente que la cuide.
Llegamos a la verdad. La realidad era otra.

No era un llamado de atención de Luna hacia mí. Era un pedido de auxilio.
Luna pidió que la cuide, que la ame, que la contenga, la abrace.
Luna sintió por algunos momentos, el espantoso vacío que deja sin vida el alma, al apenas imaginar como seria una existencia sin el amor que nos une.
Había tomado cuenta de la dimensión de la dependencia mutua que hemos generado el uno con el otro.

¿Como no entender y rescatar a mi amada, si unas semanas atrás, algo similar me había sucedido? Por un tema que no viene al caso, también yo sentí ese espantoso vacío. Y no le deseo a nadie una sensación similar. Hasta me atenazo la garganta y algunas perlas saladas brotaron de mis ojos.

Luna esta otra vez, arropada en mi amor, en mi deseo de que nuestro amor sea eterno como las montañas. Vigoroso como el rió corriendo hacia el mar.
Tan único como lo ha sido hasta ahora.
Estamos escribiendo un un nuevo modo de conjugar el verbo amar.

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