Son unas horas que se estiran más de lo deseado.
Los minutos parecen tener más de sesenta segundos.
El tiempo parece congelarse.
Lo imagino parado frente a mí. Me mira fijo con la soberbia de quien lleva las riendas del asunto.
Lo ignoro, o al menos, esto trato de hacer.
Para combatir el hastío, decido – como hago en estos casos o cuando la vida me pesa – plasmar algunos pensamientos, encerrar para siempre en palabras las volátiles sensaciones que cruzan mi alma. Si no fuera por las palabras, por un papel, muchas emociones se perderían para siempre como lagrimas en la lluvia.
Es entonces cuando apareces en mi mente y trato de imaginar que estas sintiendo ahora.
Ese instinto que tenemos algunos hombres de sobreproteger, nubla mi razonamiento y me lleva siempre a meterme donde no me llaman.
Me encantaría poder abrazarte en este preciso instante, y encontrar la forma de poder hacer más fácil la transición a la que en algún momento de nuestras vidas, vamos a enfrentar.
Ahora la duda me invade.
Me pregunto que sentirás al leer esto, que nació por y para vos.
Y sé que la sensación que tanto me cuesta explicar con palabras, llegara a tu corazón, limpia y sin rodeos.
Sabes que estoy a tu lado y que tus alegrías me provocan felicidad y tu dolor me punza el alma tanto como a vos.
Te amo, y eso nada ni nadie lo podrá cambiar.
Estamos juntos, al alcance de un susurro o de nuestras manos, o tan lejos que no podamos siquiera ubicar en un mapa en que lugar duerme el otro.
Pero estaremos siempre bajo un mismo cielo y quizás mirando la misma estrella.
Esa magia no se consigue en cualquier mirada o en cualquier sentir.
Los minutos parecen tener más de sesenta segundos.
El tiempo parece congelarse.
Lo imagino parado frente a mí. Me mira fijo con la soberbia de quien lleva las riendas del asunto.
Lo ignoro, o al menos, esto trato de hacer.
Para combatir el hastío, decido – como hago en estos casos o cuando la vida me pesa – plasmar algunos pensamientos, encerrar para siempre en palabras las volátiles sensaciones que cruzan mi alma. Si no fuera por las palabras, por un papel, muchas emociones se perderían para siempre como lagrimas en la lluvia.
Es entonces cuando apareces en mi mente y trato de imaginar que estas sintiendo ahora.
Ese instinto que tenemos algunos hombres de sobreproteger, nubla mi razonamiento y me lleva siempre a meterme donde no me llaman.
Me encantaría poder abrazarte en este preciso instante, y encontrar la forma de poder hacer más fácil la transición a la que en algún momento de nuestras vidas, vamos a enfrentar.
Ahora la duda me invade.
Me pregunto que sentirás al leer esto, que nació por y para vos.
Y sé que la sensación que tanto me cuesta explicar con palabras, llegara a tu corazón, limpia y sin rodeos.
Sabes que estoy a tu lado y que tus alegrías me provocan felicidad y tu dolor me punza el alma tanto como a vos.
Te amo, y eso nada ni nadie lo podrá cambiar.
Estamos juntos, al alcance de un susurro o de nuestras manos, o tan lejos que no podamos siquiera ubicar en un mapa en que lugar duerme el otro.
Pero estaremos siempre bajo un mismo cielo y quizás mirando la misma estrella.
Esa magia no se consigue en cualquier mirada o en cualquier sentir.